Los desórdenes neurodegenerativos, con el envejecimiento continuo de la población, están incrementando de forma paulatina su incidencia en la sociedad. Se trata en muchos casos de enfermedades con unos efectos terribles tanto para los afectados como para los allegados y para las que, a día de hoy, la medicina convencional aún no ha desarrollado tratamientos efectivos.
Cada vez se está viendo que la energética cerebral tiene un papel muy importante en la etiopatología de muchos de estos desórdenes como Alzheimer y otras demencias, infartos cerebrales, Parkinson, esclerosis múltiple y envejecimiento.
Cada vez se está viendo que la energética cerebral tiene un papel muy importante en la etiopatología de muchos de estos desórdenes como Alzheimer y otras demencias, infartos cerebrales, Parkinson, esclerosis múltiple y envejecimiento.
En particular, se apunta hacia el daño oxidativo causado por los radicales libres (ROS) y al declive de la función mitocondrial, con la posterior insuficiencia energética que provoca, como dos factores relacionados que contribuyen de manera fundamental en todo este proceso de degeneración de las neuronas.
Las mitocondrias son los orgánulos celulares encargados de la obtención de la energía necesaria para las correctas funciones celulares. En ellas, el piruvato y los ácidos grasos obtenidos a partir de las sustancias dietéticas pasan por el ciclo de Krebs y posteriormente por el proceso denominado fosforilación mitocodrial oxidativa para obtener ATP, la principal molécula energética del cuerpo.
Las mitocondrias, mediante la utilización del oxígeno molecular (O2), permiten obtener una gran cantidad de energía (hasta 15 veces más que las células que no utilizan O2). Sin embargo, este aumento en la eficiencia energética tiene su lado negativo. La molécula de O2 tiene una gran avidez por los electrones y durante todo el proceso mitocondrial, genera radicales libres de oxígeno (ROS) que provocan daños en diversas estructuras y funciones celulares, empezando por la propia mitocondria.
Las mitocondrias, mediante la utilización del oxígeno molecular (O2), permiten obtener una gran cantidad de energía (hasta 15 veces más que las células que no utilizan O2). Sin embargo, este aumento en la eficiencia energética tiene su lado negativo. La molécula de O2 tiene una gran avidez por los electrones y durante todo el proceso mitocondrial, genera radicales libres de oxígeno (ROS) que provocan daños en diversas estructuras y funciones celulares, empezando por la propia mitocondria.
El metabolismo humano produce de forma intrínseca ROS. Incluso cuando la mitocondria funciona de forma óptima bajo las condiciones más favorables, un 5% del oxígeno que utiliza se convierte en ROS. Esto sin tener en cuenta la presencia de otros factores internos o externos que puedan incrementar estos niveles.
Para contrarrestar parte del efecto de estos ROS, los organismos disponen de sistemas antioxidantes de defensa. Aún así, estos sistemas no son 100% eficientes y las células acumulan daños de forma progresiva, especialmente las propias mitocondrias. Este daño acumulativo provoca una pérdida progresiva de eficiencia de los procesos fisiológicos, incluyendo una menor capacidad de reparación del daño producido. En particular, en la mitocondria este daño hace que tenga más dificultades para el manejo de los electrones liberados, con una pérdida de integridad funcional que por una lado disminuye la capacidad de producción de energía (disminuyendo su capacidad de regeneración) y por otro incrementa la fuga de electrones (que a su vez incrementa el daño oxidativo). Así pues, entramos en un círculo vicioso.
Características especiales del cerebroPara contrarrestar parte del efecto de estos ROS, los organismos disponen de sistemas antioxidantes de defensa. Aún así, estos sistemas no son 100% eficientes y las células acumulan daños de forma progresiva, especialmente las propias mitocondrias. Este daño acumulativo provoca una pérdida progresiva de eficiencia de los procesos fisiológicos, incluyendo una menor capacidad de reparación del daño producido. En particular, en la mitocondria este daño hace que tenga más dificultades para el manejo de los electrones liberados, con una pérdida de integridad funcional que por una lado disminuye la capacidad de producción de energía (disminuyendo su capacidad de regeneración) y por otro incrementa la fuga de electrones (que a su vez incrementa el daño oxidativo). Así pues, entramos en un círculo vicioso.
El cerebro humano tiene unas características especiales que lo hacen especialmente sensible a los ROS y a la degeneración oxidativa.
1. Es un órgano con altas necesidades energéticas: Por unidad de masa consume más oxígeno y produce más energía que cualquier otro órgano.
2. Tiene un alto contenido en hierro: Este mineral forma parte de muchas proteínas de la fosforilación mitocondrial oxidativa y presenta una importante acción oxidante.
2. Tiene un alto contenido en hierro: Este mineral forma parte de muchas proteínas de la fosforilación mitocondrial oxidativa y presenta una importante acción oxidante.
3. Las neuronas son células con gran cantidad de ácidos grasos insaturados: Se encuentran sobre todo en la vaina de mielina y son moléculas extremadamente sensibles a la oxidación.
4. El cerebro no tiene un sistema de defensa antioxidante enzimático demasiado eficiente.
5. Las neuronas necesitan un flujo de calcio constante: Las mitocondrias actúan como reserva de calcio para mantener el equilibrio de este mineral. Una alteración de la función de las mitocondrias puede romper este equilibrio y provocar la muerte neuronal.
Nutrientes Ortomoleculares para hacer frente a la Neurodegeneración
Sin entrar a valorar la contribución a la etiología de la insuficiencia mitocondrial en cada enfermedad concreta, existen evidencias que indican que esta insuficiencia participa en todos los casos de neurodegeneración. Por ello, aportar nutrientes ortomoleculares que mejoren el metabolismo y la integridad mitocondrial, es una forma segura y no tóxica de ayudar a retrasar la evolución de todas las enfermedades neurodegenerativas.
A continuación se destacan algunos de los nutrientes más importantes en estos casos.
Ácido Alfa Lipoico: Potente antioxidante que secuestra directamente radicales libres y que también es capaz de regenerar los niveles de otros antioxidantes celulares, especialmente de glutationa (GSH). También es un cofactor necesario para que se den 2 reacciones químicas mitocondriales, mejorando el metabolismo mitocondrial y presentando un efecto neuroprotector y neuroregenerativo, estabilizador de la función cognitiva, de mejora de la memoria, de aumento del flujo sanguíneo cerebral y de mejora de la supervivencia neuronal.
Su marcada actividad antiinflamatoria se ha relacionado con una disminución en la frecuencia de recaídas e intensidad de los síntomas en esclerosis múltiple.
Su marcada actividad antiinflamatoria se ha relacionado con una disminución en la frecuencia de recaídas e intensidad de los síntomas en esclerosis múltiple.
En personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias ha mostrado mejorar la cognición y disminuir la progresión de la enfermedad.
Es un nutriente recomendado también para reducir daño oxidativo e inflamación en neuropatías y en infartos cerebrales.
La dosis habitualmente recomendada en estos casos es de 500-600mg.
La dosis habitualmente recomendada en estos casos es de 500-600mg.
Co-Enzima Q10: También se trata de un potente antioxidante y de un cofactor esencial para la fosforilación oxidativa. Se ha observado que, junto a dosis altas de vitaminas del grupo B, mejora muchos de los problemas asociados a una mala función de la fosforilación oxidativa, incrementando los niveles energéticos cerebrales. En Parkinson, ha mostrado mejorar el control motor, el estado de ánimo, la visión y disminuir la progresión de la enfermedad. También ha mostrado ser de utilidad en enfermedad de Huntington y en Alzheimer al disminuyendo el decline funcional y mejorando los tests neuropsicológicos.
Las dosis utilizadas suelen oscilar desde los 200 a los 2.400mg.
Las dosis utilizadas suelen oscilar desde los 200 a los 2.400mg.
L-Carnitina: La L-carnitina y su derivado acetilado (L-acetil carnitina) participan en el transporte de los ácidos grasos hacia la mitocondria, dónde se oxidan para obtener energía. Incrementa la producción de ATP por parte de las mitocondrias protegiéndolas a su vez frente al daño oxidativo. También facilita la renovación de las membranas neuronales, aumenta los niveles de GSH y ayuda a reducir el daño hipóxico tras infartos cerebrales, mejorando la supervivencia neuronal en todos los casos.
Se ha utilizado en Alzheimer, Parkinson, esclerosis múltiple e infarto cerebral, a dosis ente 1 y 3 gramos diarios.
Se ha utilizado en Alzheimer, Parkinson, esclerosis múltiple e infarto cerebral, a dosis ente 1 y 3 gramos diarios.
Ginkgo biloba: Muy útil para prevención y tratamiento de todo tipo de demencias.
Los diferentes compuestos presentes en el ginkgo pueden tener un papel protector en las enfermedades neurodegenerativas, por medio de:
1.Su actividad vasoreguladora de las arterias y capilares y su acción fluidificante de la sangre que incrementa el flujo sanguíneo y la energía cerebral.
2.Su efecto antioxidante que ayuda a disminuir el daño oxidativo y los procesos inflamatorios. 3.Por su efecto modulatorio sobre la neurotransmisión cerebral, al incrementar la síntesis de neurotransmisores y de sus receptores celulares.
La dosis habitualmente utilizada es de 120mg de extracto estandarizado para contener un 24% de ginkgo flavon glicósidos y un 6% de terpenoides (28,8 y 7,2mg respectivamente) de 1 a 2 veces al día.
La dosis habitualmente utilizada es de 120mg de extracto estandarizado para contener un 24% de ginkgo flavon glicósidos y un 6% de terpenoides (28,8 y 7,2mg respectivamente) de 1 a 2 veces al día.
Omega 3: Los ácidos grasos esenciales omega 3 son componentes estructurales importantes de las membranas celulares, afectando a la fluidez, permeabilidad, flexibilidad y actividad de las membranas. El DHA o ácido docosahexaenoico se une a fosfatidilserina y glicerofosfocolina para la formación de fosfolípidos de membranas neuronales, mejorando las sinapsis, la mielinización, la migración y la neurogénesis.
Las dosis de DHA + EPA más utilizadas oscilan entre 600 y 3.000mg.
Las dosis de DHA + EPA más utilizadas oscilan entre 600 y 3.000mg.
Lecitina de Soja: El término lecitina se utiliza para denominar a una mezcla de compuestos similares que se identifican químicamente como fosfátidos o fosfolípidos. Los fosfolípidos esenciales son: la fosfatidil colina, la fosfatidil etanolamina, el fosfatidil inositol, la fosfatidil serina y el ácido fofatídico. Éstos tienen importantes efectos tróficos, al mejorar la respuesta frente a los factores de crecimiento neuronales. Estimulan la capacidad de unión de estos con sus receptores (incrementan la densidad de receptores) o la afinidad de la unión (incrementan la fuerza de unión).
Por ello ayudan a la regeneración cerebral y mejoran el rendimiento intelectual. Se han utilizado principalmente en Alzheimer, demencia vascular y recuperación tras infarto cerebral.
Complejo B: Muchas de las vitaminas B son cofactores de enzimas necesarias para el correcto funcionamiento de la mitocondria y para el buen estado de neuronal.
Se recomienda el uso de un complejo B que aporte la mayoría de las vitaminas B a dosis de 100mg, de una a dos veces al día.
Se recomienda el uso de un complejo B que aporte la mayoría de las vitaminas B a dosis de 100mg, de una a dos veces al día.
Isaac Cobos González
Biólogo y Bioquímico